Vuelvo de nuevo a la ciudad de México. Solo es una parada técnica antes de coger vuelo a Hermosillo.
Esta tarde me he aventurado a subirme sola al metro para ir al mercado de artesania de La Ciudadela, un lugar que ya conocía del año pasado, en busca de algunos regalos. Contrariamente a lo que uno pudiera esperar, el metro no da sensacion de peligro, (y menos en los vagones específicos para mujeres y niños creados para evitar que a una le metan mano en las horas punta...), Es como cualquier metro de cualquier ciudad, lleno de gente apresurada en su vida diaria. Sorprende ver que las estaciones, además de su nombre llevan asociado un icono que las representa (una cabeza de águila, un cañon, una vasija de barro......). Ya me explicaron que es porque aunque cueste creerlo, hay mucha gente que no sabe leer....
Me he dado prisa con mis compras porque quería llegar al hotel antes de que anocheciera. El DF cambia mucho de noche. No es una ciudad precisamente muy iluminada ( o por lo menos no es lo que en España entendemos por iluminada). De noche resulta más inquietante si cabe, asi que como no me las doy de valiente, me he retirado pronto.
Por las calles y en el metro la gente me mira. Supongo que no es muy normal ver a una güerita pelirroja paseando despreocupadamente cuando el mexicano de a pie es en un 90% de rasgos indígenas, y los blancos descendientes de españoles y europeos suelen tener bastante lana, y no se mueven precisamente en metro. Vamos, que voy dando el cante allá por donde voy y no precisamente con mis canciones ( ja ja ja ). Alejandro Santiago dice bromeando que lo que pasa es que cuando me ven piensan ¿ pero que hace Juliane Moore por la calles de México?