Cruzando la frontera

Cruzar la frontera de México por Tijuana, fue un numerito. Para empezar, conforme te acercas a la línea (como le llaman los mexicanos) aquello se convierte en un mercadillo. Por todos los lados se acercan vendedores de lo más diverso a las ventanillas de los coches ofreciendote sus mercancias, o simplemente pidiendo dinero. Nos paso Walter (amigo de Tijuana de Alejandro) en su coche, que iba cargado hasta el techo con todos los instrumentos y las maletas, y temíamos que nos retuvieran. Y asi fue, porque al parecer a mi pasaporte le faltaba un papel verde ( por el cual habia que pagar 6 dolares) y por esa razón revisaron el equipaje., pero no paso nada más. Una vez en el otro lado ya seguimos carretera hacia San Diego. En realidad entre Tijuana y San Diego no hay separacion. Una termina donde empieza la otra, aunque las diferencias entre una y otra son más que evidentes. San Diego es una ciudad muy elegante; Tijuana es una locura.




Hicimos un recorrido rápido en copche y ya proseguimos hasta Los Angeles. Es una ciudad que si no tienes coche, estás perdido. Hicimos casi dos horas por una autopista de 5 carriles por sentido, y en ningun momento dejamos de ver ciudad. Es la ciudad más extensa del mundo. Cruzarla sería como, por ejemplo, ir de Zaragoza a Medinaceli sin dejar de ver casas. Hollywood me pareció un circo. En realidad me gustó más Los Angeles ciudad. El centro tiene unos rascacielos impresionantes aunque tambien está, como no, la otra cara de la moneda, es decir los homeless que viven y duermen en la calle a solo tres calles de los elegantes centros de negocios. Por cierto, ya que estaba en L.A. decidí celebrar mi cumpleaños regalandome una Martin. ......Y por la tarde de nuevo al aeropuerto cargada hasta las cejas rumbo a ......Las vegas.









Aqui me teneis platicando un rato con Marilyn.








Besos